La ciencia desde el Macuiltépetl
Manuel Martínez Morales
La crítica de la Razón moderna es una crítica de la razón calculadora y dominadora de los tiempos modernos, y una crítica de la razón mistificadora que, en nombre de sí misma y de principios supuestamente eternos, se permite ejecutar crímenes y liquidaciones aterradoras. Víctor Flores Olea, en Crítica de la Globalidad
Se habla de técnica y, de inmediato, se piensa en la máquina, aunque en realidad la máquina no representa ni siquiera su aspecto más importante, porque la técnica asume hoy la totalidad de las actividades del hombre. De acuerdo a la ideología dominante, es posible tecnificar cualquier ámbito de la experiencia humana, desde el intercambio productivo con la naturaleza, la generación de conocimientos y la producción artística hasta las relaciones sociales, la organización del trabajo y la dimensión espiritual del hombre.
La acción técnica no está necesariamente sujeta a una racionalidad humana –la orientada a buscar los medios para satisfacer las necesidades reales de los hombres y a contribuir al bienestar y a la felicidad de éstos-, sino que se encuentra subordinada a los delirios de la clase dominante; delirios traducidos, por ejemplo, en el enorme desperdicio de recursos y las formas esclavizantes –y hasta mortales- del trabajo asalariado.
Nos enteramos recientemente que, Foxconn Technology, proveedor taiwanés de componentes para Apple, se enfrenta a una oleada de suicidios en su fábrica del sur de China. El más reciente, el de un empleado que se mató tirándose por la ventana del edificio de Foxconn en Shenzhen, el décimo suicidio en China desde enero, en el seno del primer fabricante de componentes electrónico del mundo. Este fenómeno –suicidios de empleados de una misma empresa- se ha manifestado ya en corporaciones en otras partes del mundo.
Para los grupos de defensa de los trabajadores, la dramática serie de suicidios en las fábricas chinas del grupo taiwanés refleja las difíciles condiciones de vida de millones de obreros en China. Y es que, según dicen algunos analistas, el trabajo en muchas empresas se organiza bajo el principio técnico conocido como “management by stress”, o sea el manejo gerencial –de los trabajadores- por medio del estrés.
La idea de aplicar esta técnica es hacer que el trabajador labore al máximo todo el tiempo, elevando los estándares de productividad constantemente. Intencionalmente se busca mantener un alto nivel de tensión (estrés) en los trabajadores, entrenando a los gerentes y supervisores para implementar la técnica. Dicen los promotores de este procedimiento que mantener altos los niveles de tensión, se refleja en elevados niveles de productividad de los empleados. Habría que agregar que, a costa de la salud, y muchas veces de la vida del trabajador, como en el caso de la filial de Apple.
En uno de los manuales referentes a esta técnica gerencial –desprendida de las ciencias administrativas- se dice que todo aquel individuo que no cumpla con las expectativas de productividad debe ser reemplazado o despedido, lo cual es del conocimiento del trabajador, aumentando otro tanto el estrés de éste. Dirigentes sindicales afirman que este procedimiento está diseñado no sólo para exprimir al máximo la fuerza de trabajo física del empleado, sino también para sacar el mayor provecho de su trabajo intelectual y de sus ideas. La técnica está muy extendida en el mundo; en nuestro país es frecuente encontrar ofertas de empleo en lo cuales se pide al solicitante estar dispuesto a “trabajar bajo presión”.
En los últimos cien años la investigación científica ha sido forzada a orientarse en la limitada dirección de la persecución de lo utilitario, como vemos en el caso de “management by stress”; lo cual, como puede constatarse, se traduce en un creciente empleo de la ciencia y la técnica en contra del hombre mismo. En tal sentido, se induce una mutilación de la ciencia en sus caracteres más luminosos, específicamente en las dimensiones asociadas con la razón dialéctica, la conciencia social y la ética. El enfoque utilitario –tecnocrático- encubre el carácter histórico social del conocimiento científico, opaca el aspecto filosófico de la ciencia del que deriva una particular interpretación del mundo, y minimiza el potencial de aquélla para el acrecentamiento de la conciencia de las clases sojuzgadas, a las cuales pertenecen los trabajadores de las empresas transnacionales.
Ante esta circunstancia, nos compete buscar una respuesta a lo que el filósofo J. Ellul alguna vez se preguntara: ...quisiera saber si el hombre tiene todavía un puesto en este enredo, una autoridad sobre estas masas monstruosas en movimiento, una acción posible sobre estas cifras que se le escapan de las manos hacia lo abstracto y lo irreal; un puesto, una autoridad, una acción, que tendrían otro fundamento que una declaración incondicionada de esperanza, un acto ciego de fe, ilegítimo en el hombre.
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