
Manuel Martínez Morales
Un agujero negro es una concentración inmensa de materia en un espacio reducido; pensemos por ejemplo en un cuerpo con la masa del sol concentrada en el volumen ocupado por una partícula de polvo. Puede concebirse un objeto así con la masa de una galaxia concentrada en el volumen que ocupa una pelota de beisbol. Estos entes existen en el universo conocido y algunos de ellos alcanzan a tener un campo gravitacional tan intenso –cuya fuerza depende de la masa del cuerpo- que “atrapan” todo lo que se les acerca, incluyendo rayos de luz. Es debido a esta característica (no emiten ni reflejan luz) que estos objetos han sido bautizados por los físicos como “agujeros negros”.
Es sabido que, según la teoría de la relatividad, la luz interactúa gravitacionalmente con cuerpos sólidos; un rayo de luz que pasa por la vecindad del sol, digamos, es desviado de su trayectoria en una proporción predecible matemáticamente. Según la teoría de los agujeros negros, cada uno de éstos genera a su alrededor una “frontera”, que podemos imaginar como la superficie de una esfera invisible que lo envuelve. Si un cuerpo cualquiera, o un rayo de luz, traspasa esta frontera -que algunos llaman el horizonte- entonces queda atrapado por el hoyo negro; es decir ya no puede escapar de esa región.
Según me entero, lo que ocurre o puede ocurrir tras el horizonte de un hoyo negro es motivo de pleito entre físicos teóricos de la talla de Stephen Hawking y Leonard Susskind, quienes encabezan dos corrientes con interpretaciones diferentes sobre estas ¿intrascendentes? cuestiones. (“The Black Hole War: my battle with Stephen Hawking to make the world safe for Quantum Mechanics”, de L. Susskind. Back Bay Books, 2008)
Parece que el punto clave de la disputa es sobre la conservación, o no conservación, de la información cuando algo entra en un hoyo negro. En término muy simplistas, entendamos por información la “memoria” que un objeto, o un proceso físico, tiene de lo que le ha ocurrido en el pasado. Aquí tiene que ver la estructura causal del mundo y las leyes que rigen su devenir, así como conceptos físicos precisos, como son los de energía y entropía.
De lo poco que entiendo, según la interpretación de Hawking y sus seguidores, los agujeros negros se tragan todo objeto que traspase su horizonte, incluyendo la información de la que son portadores. Posteriormente, tal vez después de miles de millones de años, el hoyo negro llega a un estado tal que prácticamente se evapora, evaporándose también la información que se haya tragado. Es decir, la información desaparece y habría una ruptura de las leyes físicas perdiéndose la conexión entre pasado y futuro.
Por otro lado, L. Susskind y sus aliados intentan demostrar que esto no es así y que lo que ocurre, cuando un objeto atraviesa el horizonte del hoyo negro, se rige por un principio de complementaridad: lo que se observa desde fuera del agujero negro, no es lo mismo que registraría un observador situado más allá del horizonte. Para ello, Susskind se vale de uno de los recursos de investigación más poderosos de la física teórica: el experimento pensado, ideado por Albert Einstein.
Susskind imagina lo que sucedería si una nave espacial, con pasajeros a bordo, cruzara el horizonte del hoyo negro. Según su análisis, un observador alejado del agujero negro vería a la nave deshacerse, con todo y sus tripulantes, en cuanto cruzara la frontera invisible delineada por el horizonte. Eventualmente se desvanecería la información portada por ellos. En cambio, vistas las cosas desde el interior de la nave, los pasajeros no percibirían ni sentirían nada extraño; ellos seguirían su viaje, tal vez por un millón de años –por efecto relativista- antes de estrellarse contra el núcleo masivo del hoyo negro. Mientras tanto la información sería conservada y todos contentos. Las dos situaciones no pueden ocurrir a la vez, por lo que Susskind propone que las dos versiones son complementarias, pero ¿qué es lo que realmente sucede?
De lo poco que entiendo de este alucinante enredo de la física teórica, es que si la versión de Hawking fuese verdadera se violentarían las leyes de la física y quién sabe que ocurriría, en tanto que aceptar la interpretación de Susskind nos conduce a adoptar otro paradigma o modelo del mundo, conocido como “el modelo holográfico del universo”. Nos llevaría a admitir que la estructura del universo y su devenir son más complejos de lo que hasta ahora hemos imaginado, así como a buscar nuevos cauces a nuestro pensamiento para comprender cabalmente el mundo del que formamos parte.
Como soy partidario de la definición del conocimiento como “la ignorancia envuelta en risas”, me adhiero a la propuesta de Susskind aunque no le entiendo ni papa. ¿Tendré que estudiar física de nuevo?
En todo caso alego lo que uno de mis maestros decía, cada vez que me le acercaba para comunicarle lo que yo creía una idea original: “El que nada sabe, nada teme…”; con final implícito: “…y por eso, sin miedo alguno, dice pendejada y media…”
Hay que reflexionar para comprender lo que se ve y lo que no se ve
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