Manuel Martínez Morales
Si no fuera por la realidad, estaría a toda madre, respondió Mané recientemente a su psicoterapeuta cuando éste lo interrogó acerca de su malestar.
Y cómo podría Mané estar a toda madre si frecuentemente experimenta la sensación de vivir en un país que cada día se achica más, como en el cuento de Julio Cortázar, La casa tomada.
Hit the road, Mané, and don’t you come back no more, no more, no more, parecen cantar burlonamente los senadores que alegres y a carcajada batiente regalan en grandes trozos el territorio y las riquezas nacionales. Dicen sonrientes que regalar el país al capital transnacional “te beneficia mexicano”: en algún lejano día pagarás menos por la gasolina, bueno si es que aún posees automóvil. Y si eres de los afortunados que tienen un pedacito de tierra y en el subsuelo existen yacimientos de oro, plata, gas esquisto o petróleo, ya la hiciste compatriota, pues tus tierras no serán expropiadas para regarlas a las transnacionales, sencillamente –según señala una de las leyes aprobadas por los legisladores- será declarada su ocupación temporal por alguna corporación y generosamente se te arrojarán algunas monedas por la renta. Lo bueno es que no tienes que angustiarte en decidir si te conviene o no la dicha ocupación, ya que ésta será a webo, así que tu única preocupación será pensar en que invertirás tus rentas.
Por si fuera poco, los senadores, saludando al respetable como reinas de carnaval, aprobaron la disposición que faculta a los consejos de administración de PEMEX y la CFE a establecer políticas, bases, lineamientos y procedimientos para ‘‘el desmantelamiento, la enajenación, la afectación en garantía o el gravamen de sus instalaciones industriales, sus subsidiarias o en su caso sus filiales’’. O sea, para ofrecer sus instalaciones en una especie de venta de cochera.
Tal vez nacimos bajo un mal signo, reflexiona Mané, pues la obtención de algún beneficio por parte de los operadores cipayos del capital transnacional no alcanza a explicar la desmesura de estas reformas, tomando en cuenta las graves consecuencias derivadas de su aplicación, traducidas en una merma considerable a los ingresos fiscales de la nación, la expropiación de las riquezas del subsuelo, la enajenación de plantas industriales y otros bienes, la devastación ambiental, el desplazamiento de miles de mexicanos de sus lugares de origen y la cesión de una buena parte del territorio nacional. Se dice que el territorio entregado a las empresas mineras ya alcanza casi el 30 por ciento del total nacional. Y siguen las tierras que se abrirán a la extracción de gas esquisto con el método llamado fracking. Hit the road, mexicanos…
Mané concluye entonces que alentar en forma desmesurada –como se hace con la reforma energética- la operación de las industrias extractivas intensivas y en gran escala, como la minería a cielo abierto, la construcción de vastos sistemas de represas, la extracción de petróleo del subsuelo y de las profundidades del mar y la fracturación hidráulica para la extracción de gas (fracking) constituye una acción suicida, a la que habrá que oponerse, simplemente por supervivencia.
Finalmente, y al ritmo de algún triste blues (Hit the road, Jack), Mané encierra su manifiesto anti extractivista en una botella que arroja al mar de la anomia:
Considerando
que la locura ha sentado sus reales en nuestra sociedad y que, como síndrome peculiar de esta locura, se ha llevado la idolatría del dinero y el progreso económico hasta extremos peligrosos, al punto de considerar a hombres y mujeres como simples engranes de una gran maquinaria que opera sin ton ni son;
que la causa original de esta locura ha sido la enajenación de los hombres y el olvido de que el objetivo de la vida humana es la dicha y la felicidad, y que se inventó aquello de que ganarás el pan con el sudor de tu frente solamente para que unos trabajen para otros que no sudan y se comen el pan de todos;
y que, derivado de lo anterior, las clases dominantes han impuesto medidas que implican la devastación de la naturaleza, la fractura del tejido social y que ponen en riesgo la vida humana;
Se convoca a todos los mexicanos a sumarse a un movimiento anti-extractivista con el objetivo de resistir a tal política y buscar por todos los medios posibles la transformación del modelo económico impuesto en el país desde hace varias décadas y que sólo ha servido para que unos cuantos se enriquezcan a costa del trabajo de los demás.
Reflexionar para comprender lo que se ve y lo que no se ve.
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