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Educación, ciencia y futuro

La ciencia desde el Macuiltépetl

Manuel Martínez Morales


Tres poderes distintos –el ejecutivo, el legislativo y el judicial- y un solo dios verdadero: el becerro de oro, el capital…, el dinero. El dinero, dice Marx, “es el supremo bien y hace, por tanto, bueno a su poseedor, descargándolo del cuidado de ser un hombre vil, pues si tengo dinero pasaré por un hombre honrado. Puedo ser necio. Pero si el dinero es el verdadero espíritu de todas las cosas, ¿cómo puede pasar por necio su poseedor? Además, con dinero pueden comprarse personas de talento, ¿y acaso lo que nos da poder sobre el ingenio no es no es más ingenioso que el ingenio mismo? Quien con dinero puede todo aquello que anhela el corazón humano, ¿no posee con ello todas las potencias del hombre? ¿Acaso mi dinero no se encarga de convertirme en todopoderoso, por impotente que sea?” (Manuscritos económico-filosóficos de 1844)


Tal vez pensamientos inconscientes como éste animaron a la senadora panista María Teresa Ortuño Gurza, presidenta de la Comisión de Educación del Senado, cuando en respuesta a la petición que sobre un incremento al presupuesto para la educación superior hizo Enrique Villa Rivera, director general del Instituto Politécnico Nacional, lo reconvino diciéndole: “no me venga con esa demagogia, todos podemos apretarnos el cinturón… donde quiera hay grasita de donde cortar… no se vale echarle la pelotita a Calderón”. Todavía, en su soberbia, se atrevió a exigir “compromiso y vocación” a las instituciones de educación superior. Obviamente en ningún momento aludió a la grasita –celulitis- que se puede cortar de las exageradas “dietas”, bonos, compensaciones, viáticos y demás prestaciones que reciben ella y sus compañeros legisladores, ni a los dineros que reciben su partido y comparsas que lo acompañan.


No es la única que en su ignorancia e impotencia, encubiertas por el poder y el dinero, pretende dictar lo que las instituciones de educación superior deben hacer, pues el exquisito Alonso Lujambio, Secretario de Educación Pública, alabó su intervención señalando que ella “prestigia la política” y le agradeció su “inteligencia, entusiasmo y pasión”… Cinismo intolerable si se considera que es obligación del Secretario pugnar porque el presupuesto destinado a la educación pública sea suficiente. La circunstancia evidencia con toda claridad cual es la prioridad que la educación tiene para el grupo gobernante, detentador del poder bajo el signo del dinero, en el sentido que establece Marx.


A estos despropósitos han respondido de inmediato el propio Villa Rivera y el Rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, así como los rectores de las universidades públicas. Dice el rector de la UNAM: “Yo he hablado varias veces sobre el potencial riesgo de que México viva una crisis social. No puede ser de otra manera, cuando veo que tenemos 7.5 millones de mexicanos jóvenes que no estudian ni trabajan, y carecen de toda posibilidad de hacerlo; cuando veo la enorme disparidad de las posibilidades de ir a la universidad, dependiendo del estrato socioeconómico del que se proceda,... cuando veo los enormes contrastes entre los que más tienen y los que menos tienen; cuando veo los niveles de subempleo y los conflictos laborales… Somos muchos los que consideramos que el Estado mexicano debe hacer una crítica sobre el papel que juega la educación superior para solucionar muchos de estos problemas, para ayudar al desarrollo del país, que requerimos hacer un buen diagnóstico y encontrar las distintas soluciones.” (Revista Proceso, No. 1724/ 15 de noviembre de 2009)


La noche del 23 de octubre, en el teatro Campoamor de Oviedo, España, la UNAM recibió, en manos de su rector, el premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. En su discurso, el rector Narro Robles reiteró el compromiso de la universidad con la educación y las causas de la sociedad porque –afirmó- “no hay campo de la vida en que no influya el saber”. Y criticó: “Sin ciencia propia, sin un sistema de educación superior vigoroso y de calidad, una sociedad se condena a la maquila, a la medianía en el desarrollo.”


Aunque se anunció a última hora un incremento al presupuesto para educación, no es aún suficiente para una ampliación significativa de la matrícula en las universidades públicas, medida contemplada en virtud del crecimiento de la población joven en el país, lo cual, sumado al recorte al presupuesto para ciencia y tecnología, da sustento al presagio de Narro Robles.


A partir de 2013, la pirámide demográfica en México se invertirá: la población joven será mayoritaria y exigirá empleos, educación media y superior, y todos los servicios. Esto para muchos países ha significado un bono poblacional que, si se aprovecha, se convierte en fuente de riqueza y desarrollo. Pero si no, se están cancelando “las posibilidades de que en el futuro estos jóvenes sean los que desarrollen las capacidades del país”, afirmó el director del Politécnico.


Fincar un futuro mejor para las generaciones que nos siguen depende de lo que hagamos aquí y ahora. Si elegimos, como sociedad, seguir sometidos al poder del dinero, estaremos conduciendo a nuestros hijos a un mundo mucho peor que el de hoy. Por otro lado, si elegimos destruir el fetiche del dinero y construir -con educación, ciencia, arte y humanismo- otro entorno, entonces dejaremos atrás a las Ortuño, los Lujambio, los Calderón y entraremos en un futuro en que los hombres reconozcan su auténtica humanidad.


Hay que reflexionar para comprender lo que se ve y lo que no se ve.

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