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Caballo Blanco: crónica de un ecocidio anunciado

Actualizado: 19 abr 2022

Manuel Martínez Morales

En el nombre del dios dinero, señor del aire, agua y tierra, se anuncia un nuevo atentado en contra de la naturaleza y de la vida misma: el establecimiento de una mina a cielo abierto denominada Caballo Blanco, con una inversión de 50 millones de dólares que desea hacer la empresa Gold Group, a través de Minera Cardel S.A de C.V. Dará ganancias de más de mil millones dólares, por lo que es entendible la insistencia en llevar adelante el proyecto, a pesar del peligro que su operación entraña para el entorno natural y la vida humana. Como es sabido, estas empresas mineras tienen un negro historial, mismo que ha resultado en la prohibición de su operación en diversos países, entre los que se cuenta su mismo lugar de origen.

Según parece, la empresa –sospechosamente auspiciada por las autoridades del ramo- no está obligada a hacer la manifestación sobre el impacto ambiental que la operación de la mina tendrá en la región. Pero ni siquiera es necesario realizar estudios al respecto, ya que son por demás conocidos, y se han documentado extensamente, los daños que al medio causa la minería a cielo abierto.

Particularmente dañina es la minería a cielo abierto del tipo empleado en el proyecto Caballo Blanco. Este tipo de minería demuele montañas enteras con 2 ó 3 grandes explosiones por día. En breves lapsos se forman descomunales cráteres de 6 kilómetros de largo, 2 a 4 de ancho y entre 3 y 5 de profundidad, mientras millones de toneladas de roca se trituran al tamaño de una pulgada, para luego lixiviarlas con grandes montos de variadas sustancias químicas, entre las que se cuentan el cianuro y el mercurio. Hay una brutal ruptura de los flujos subterráneos de agua, una contaminación indescriptible de los ríos, mientras montañas de lodos tóxicos se disuelven con las lluvias, envenenando regiones y poblaciones enteras.

Con este tipo de sobreexplotación, las mineras chocan frontalmente con comunidades, regiones o naciones y entonces recurren a la violencia abierta para imponer sus intereses monetarios, lo cual ha sucedido ya en otras naciones –como Argentina- y en diversas regiones de México, como en San Juan Copala, Oaxaca, por mencionar sólo un caso. El proyecto Caballo Blanco podría permitir una producción de 100 mil onzas de oro por año a partir de 2012. La certeza que se tiene es que por cada tonelada de tierra hay 1.5 gramos de oro.

Dentro de la zona del proyecto se encuentran varias poblaciones situadas en 19 mil km cuadrados, por lo que Caballo Blanco representa un caso atípico dentro de la minería en general, por estar circundada de población; tal es el caso de Palma Sola, de Alto Lucero, que representa la comunidad con mayor población dentro de la zona del proyecto y está próxima a la zona principal de trabajos exploratorios (a 4 km), justo entre otras poblaciones del municipio de Actopan, como El Viejón, Tinajitas, El Farallón y Palmas de Abajo, además de varias rancherías y poblaciones menores como Boca Andrea, Arroyo Agrio, Yerbabuena, El Ojital y La Luz.

La extracción y procesamiento de minerales comprende una serie de acciones que producen significativos impactos ambientales negativos que perduran en el tiempo, mucho más allá de la duración de las operaciones de extracción de minerales. Todos los métodos de extracción minera a cielo abierto producen algún grado de alteración a la comunidad y al ecosistema en su medio ambiente físico.

El proceso de extracción superficial trae como consecuencia la eliminación o cubierta de los suelos y vegetación, la alteración o represamiento los ríos, drenajes, humedales y áreas costaneras, la modificación profunda da la topografía y del suelo, inestabilidad del mismo y conflictos con los otros usos de la tierra.

La historia y experiencia nos demuestra que para los habitantes de una región tener en sus tierras una mina no los ha llevado al progreso prometido, todo lo contrario; han sido un espejismo los supuestos beneficios para los pobladores, a pesar de que en muchos casos los funcionarios de gobierno aseguran que hay “oportunidades de negocios para todos; porque se requerirían de todos los servicios que la población del lugar puede brindar”.

Con estos antecedentes sobre nuestra historia reciente, más la evidencia concreta sobre las graves afectaciones ambientales y sociales que la minería a cielo abierto produce, se ve difícil siquiera intentar –o inventar- justificaciones “científicas y objetivas”, o definitivamente mercantilistas, en favor de la operación de la mina Caballo Blanco.

¿Qué intereses, además de la avaricia capitalista, hay detrás del proyecto minero Caballo Blanco?

Reflexionar para comprender lo que se ve y lo que no se ve.

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