Manuel Martínez Morales
Si no entiendes sin que te lo explique, quiere decir que no lo entenderás por más que te lo explique. H. Murakami, en 1Q84.
En 1690, sir William Petty, ex catedrático de física de la Universidad de Oxford y médico general del ejército inglés en Irlanda, escribió un libro titulado “Aritmética política”, en cual proclamaba la necesidad de convertir la política en ciencia. Al igual que la ley de gravedad de Newton se apoya en las mediciones cuantitativas y en las deducciones de los astrónomos, Petty recurría a los números, de los cuales extraía evidencias de la “saludable” condición de la sociedad inglesa de su época.
Aunque Petty confesaba conocer poco de la mudable naturaleza humana, creía que se puede llegar a entender a la sociedad hasta el punto de poder medir y cuantificar su comportamiento. Gracias a la ciencia de la aritmética política, argumentaba, los dirigentes de una nación podrían evitar la irracionalidad en la toma de decisiones. Además, esa ciencia podría emplearse para definir principios y objetivos de gobierno verificables.
Un estudioso del tema señala cuánto “habría consternado a Petty saber que, trescientos años más tarde, quienes estudian la política desde un punto de vista científico lamentan todavía que los asuntos humanos sigan dominados por el capricho y los prejuicios y no por la razón y la lógica.” (Philip Ball: Masa Crítica. Cambio, caos y complejidad. FCE, 2010)
A partir de entonces, y como fruto del desarrollo del método científico y la creciente matematización de las ciencias, son numerosos los investigadores de la sociedad que se han empeñado en desarrollar métodos matemáticos para tratar de entender mejor los procesos sociales. Intentando –en la tradición fundada por Petty- que los asuntos humanos sean gobernados “por la razón y la lógica” y, por otra parte, también se trata de prever el curso de la historia.
En nuestros días es común el empleo de encuestas y sondeos con diversos propósitos, cuyos resultados se presentan en forma numérica; siempre con el objetivo (¿o ilusión?) de proporcionar elementos para el entendimiento y predicción de los procesos sociales.
En el caso de las encuestas en tiempos electorales, se intenta prever el curso y los efectos de las campañas y, en el mejor de los casos, pronosticar en forma estadística los resultados de la votación el día de la elección. Hay que mencionar que con este fin se emplean no sólo instrumentos estadísticos –como las encuestas- sino también sofisticados modelos matemáticos que intentan representar las condiciones, y los mecanismos, que hacen que los ciudadanos voten de cual o tal manera.
También es común el uso de modelos de simulación por computadora, orientados a reproducir la forma en que podrían evolucionar diversos procesos socioeconómicos bajo distintos escenarios. Esto es, se puede “jugar” en la computadora creando diversos escenarios, y ver (en el modelo) las consecuencias de tomar tal o cual decisión (devaluar el peso, expropiar los bancos, “balconear” a un candidato”, etcétera).
Sin perder de vista las limitaciones intrínsecas de los métodos cuantitativos y que la realidad es mucho más compleja que cualquier modelo, cuestión que el mismo Petty reconocía pues afirmaba: “He tomado la determinación de expresarme en términos de número, peso o medida; de emplear sólo argumentos de sentido y de considerar sólo las causas que tienen cimientos visibles en la naturaleza; dejando aquellas que dependan de las mudables mentes, opiniones, apetitos y pasiones de hombres en particular, a la consideración de otros; confesándome, en realidad, tan incapaz de hablar satisfactoriamente de estos campos (si es que puede llamárseles campos), como de anticipar el resultado de una tirada de un dado, de jugar al tenis, al billar o a los bolos… en virtud de las ideas más elaboradas que se hayan escrito nunca o de los ángulos de incidencia y reflexión.” (obra citada)
Sin embargo, debe decirse que, desde mediados del siglo XIX hasta el presente, son muchos los investigadores que han abordado el estudio de estos “campos” con técnicas matemáticas modernas –como la teoría de la probabilidad, la teoría de juegos y otras- habiendo logrado un éxito limitado en la explicación y predicción de los fenómenos sociales. Algunos autores, como Ball, están convencidos que las herramientas, métodos e ideas matemáticas desarrollados para comprender de qué forma se comporta el tejido material del universo encuentran aplicación en áreas para las cuales no fueron concebidos: la física empieza a encontrar un lugar en el campo de las ciencias sociales. ¿Física social? ¿Aritmética política?
Este era un gato con los pies de trapo y los ojos al revés, ¿quieres que te lo cuente otra vez?
Comments